Escrito por You&Milk - Actualizado el 25 jul 2024
Marie, al mando de la cuenta de Instagram @graine_de_caillou, recientemente me confió su increíble aventura de co-lactancia con sus hijos.
Ella la vivió plenamente, intensamente, instintivamente, y es con mucha emoción y gratitud que recogí su testimonio.
"La lactancia no fue algo evidente para mi hija mayor. Nunca había visto a una mujer amamantar, pero quería intentarlo... Después de comienzos difíciles, finalmente la amamanté durante 13 meses. Me encantaron todos esos momentos lácteos y mágicos, aunque fui "víctima" de la falta de información y apoyo... Cuando quedé embarazada de mi segundo hijo, la lactancia se volvió algo evidente. Estuve en reposo muy temprano durante mi embarazo y me informé mucho. ¡Mi objetivo era una lactancia no acortada! La instauración de esta segunda lactancia fue mucho más sencilla a pesar de un RÉF muy presente."
Decidimos rápidamente tener un tercer hijo.
Quedé embarazada cuando mi hijo tenía 15 meses.
Estos momentos de lactancia se volvieron aún más mágicos a medida que mi vientre crecía.
Me encantaba ver a mi hijo mamar y ya crear un vínculo con ese hermanito que llevaba. Hacia el final del embarazo, tuve menos leche, pero mi hijo siguió mamando a pesar de su frustración por no tener tanta leche...
Elegí que este tercer bebé naciera en casa.
Por supuesto, iba a ser amamantado y para mi gran alegría vivir una co-lactancia con su hermano mayor. Su nacimiento fue mágico; en la sala frente a la chimenea. Mamó muy bien desde el principio. Estaba muy confiada, lo sabía.
La primera toma conjunta fue mágica. Ocurrió desde el encuentro con los dos hermanos. ¡Un momento inolvidable!
Al día 1 llegó mi subida de leche que fue facilitada porque el hermano mayor todavía mamaba. No hubo congestión ni dolor de pecho tenso. Mi succionador en jefe, encantado de encontrar leche en abundancia, también me evitó esa mastitis que habíamos combatido meses antes. Todo se organizó como una evidencia.
Mi pequeño más joven era amamantado a demanda y su hermano mayor también podía ser amamantado cuando quisiera.
Daba prioridad a mi pequeño, pero el hecho de que el mayor también pudiera mamar hizo que aceptara sin picos de celos la llegada de un nuevo bebé a la familia.
Mi mayor mantenía su lugar y además compartía un vínculo mágico, ya fuerte, con su hermanito.
Con el tiempo, las tomas del mayor se espaciaran pero siempre manteníamos, como un ritual, la toma de final de día a dos.
Cada uno siempre mamaba del mismo pecho, me sorprendió ver que mi cuerpo se había adaptado y producía una leche diferente en cada pecho durante esa toma. ¡Era increíble!
Además, era calmante para ambos.
Verlos tomarse de la mano durante ese momento ya mágico quedará grabado en mí para siempre. Amamanté a mis hijos juntos durante 16 meses, hasta el destete natural del hermano mayor que tenía 39 meses.
La co-lactancia ayudó mucho a la aceptación del bebé.
¡Nació una gran complicidad!
Amamantar a dos niños fue más fácil al establecer esta nueva vida de cinco.
Todo fluía naturalmente. No lo viví como una carga adicional, al contrario...
Mi pequeño más joven continuó hasta los 43 meses. A veces, su hermano y su hermana pedían un poco de leche pero no del pecho, ya que el reflejo de succión se pierde al crecer. Entonces extraía un poco de leche y durante la toma del hermanito, ellos disfrutaban la leche de mamá al mismo tiempo. ¡Era divertido!
Toda mi experiencia con la lactancia, que fue diferente de un niño a otro, me ayudó a crecer y sobre todo a tener confianza en mí y en mis hijos.
Al final, amamanté más de 8 años, ¡estoy orgullosa! Yo que decía para mi primogénita "ya veremos, al menos intentaré hasta que tenga dos meses..."
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